lunes, 23 de octubre de 2017


IMAGINARIO SOCIAL

El concepto de “imaginario" constituye una categoría en la interpretación de la comunicación en la sociedad moderna como producción de creencias e imágenes colectivas.

Lo deseable, lo imaginable y lo pensable de la sociedad actual encuentra definición en la comunicación pública. Por lo cual, ésta se convierte en el espacio de construcción de identidades colectivas a la manera de “verse, imaginarse y pensarse como”.
Esta perspectiva permite entender las cuestiones de cultura como desde la reflexión de la identidad a la reflexión sobre la diversidad.

Tenemos que considerar al imaginario social como una construcción colectiva, más o menos arraigada en vastos sectores sociales pero no en todos, y dentro del cual tienen un lugar preponderante los prejuicios… Aunque la estructura del imaginario social es siempre la misma, la forma que éste adquiere en relación con las distintas temáticas estará determinada por los elementos subjetivos que se ponen en juego frente a estas últimas".
 
El imaginario social es un “magma de significaciones imaginarias sociales”
encarnadas en instituciones. Como tal, regula el decir y orienta la acción de los miembros de esa sociedad, en la que determina tanto las maneras de sentir y desear como las maneras de pensar.
 
Pensar desde “lo imaginario” permite entender la institución sin reducirla ni a su
significación funcional ni a lo simbólico. Porque “más allá de la actividad
consciente de institucionalización, las instituciones encontraron su fuente en lo imaginario social".

Desde “lo imaginario” se entreteje una “realidad institucional” con lo simbólico y con lo económico/funcional. Es así como las instituciones forman una red simbólica.

Digamos que la imaginación es una “función” de esta alma (e incluso del “cerebro”,).

“¿En qué consiste esa “función”? Entre otras cosas, como hemos visto, en
transformar las “masas y energías” en cualidades (de manera más general en hacer surgir un flujo de representaciones, y -en el seno de éste- ligar rupturas, discontinuidades).

Castoriadis expresa que:

Las significaciones imaginarias sociales crean un mundo propio para la
sociedad considerada, son en realidad ese mundo: conforman la psique de los
individuos. Crean así una “representación” del mundo, incluida la sociedad
misma y su lugar en ese mundo: pero esto no es un constructual intelectual; va
parejo con la creación del impulso de la sociedad considerada (una intención
global, por así decir) y un humor o Stimmung específico –un afecto o una
nebulosa de afectos que embeben la totalidad de la vida social. (Castoriadis, 1975)


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 Referencia:
Castoriadis, Cornelius (1975) La institución imaginaria de la Sociedad, Tusquets
Editores, Buenos Aires, 2 Vol.,1993.

lunes, 2 de octubre de 2017

ESQUEMAS DE INTELIGIBILIDAD 




El esquema causal 

(A ρ B) = (B = f (A)) 

La función matemática (f) significa que B depende de A según una relación tal que no puede darse B sin A (si se trata de una causa única), y a toda variación de A corresponde una variación de B (implicación recíproca). A y B son distintos, ya sea realmente (objetos o realidades diferentes), ya sea analíticamente (niveles diferentes de una realidad global), el elemento A se concibe como necesariamente anterior cronológica o lógicamente respecto del elemento B. Esta fórmula se manifiesta en las ciencias sociales en programas con ramificaciones metodológicas variadas. Por ejemplo el programa nomotético del Suicidio de Durkheim, sería su espécimen por referencia.

 La característica fundamental del programa nomotético es reducir el fenómeno estudiado a un modelo de relaciones matemáticas.

 El programa de la causalidad estructural constituye una especie de sub-esquema por el cual se considera que un sistema B está bajo la dependencia de un sistema A que le es anterior y frecuentemente más fundamental: (S1 → S2) = (S2 = f (S1)). 

La relación entre infraestructura y superestructura de la teoría marxista es un buen ejemplo. En este caso, el objeto ya no se determina como una variable, sino como un sistema. La correspondencia estructural entre sistemas será la prueba de una relación de determinación, que la anterioridad lógica del uno sobre el otro permitirá definir como causal. 

El esquema funcional

 (A ρ B) = (B ε S, S → B → S)

 La forma lógica simbolizada por la relación circular (S → B → S) es la de la acción recíproca; en la medida en que esta se aplica a una relación entre un sistema S y un elemento de este sistema, B designa una determinación funcional: las exigencias de funcionamiento de S necesitan que B desempeñe una función útil a S. 

La pertinencia de este esquema para el análisis de una realidad determinada radica en la posibilidad de mostrar que B engendra efectos tales que, si éstos cesan, se perturbaría el funcionamiento de S. En un motor a gasolina y en un organismo, la bomba de gasolina y el corazón respectivamente tienen por tarea alimentar con energía el sistema. Si el efecto cesa, el sistema se detiene. 


El esquema estructural

(A ρ B) = (B ε S a V no a )

 La forma lógica ρ es una estructura formal de tipo a o no a. Las características peculiares del elemento A importan muy poco, lo mismo que las del elemento B que se le asocia. Lo esencial es que ambos se encuentren insertos en un sistema de oposiciones cuya forma elemental va a ser: a & no b V no a & b. Tal estructura puede asociar como ítem realidades muy diferentes: objetos, propiedades, relaciones. 

Éstas se convierten entonces en signos, en elementos de un sistema que funciona como un código. Así el afecto, la ternura, la reserva, el respeto y la frialdad son actitudes que el sistema de parentesco ha seleccionado (entre otras posibles) para significar sus relaciones constitutivas mediante el juego de su asociación y de su oposición

El esquema hermenéutico

 (A ρ B) = (B ε S (𝑨/𝑩))

 La forma lógica B/A es la misma que encontramos en lingüística y que ha sido formalizada por primera vez por Saussure.

 Una realidad cualquiera tiene un sentido, es decir que exhibe una estructura dual y asocia un significante (o expresión física de la significación) a un significado (o contenido de la significación). Según la relación existente entre el significado y el significante (arbitraria -en el caso de los términos de la lengua-, analógica -en el caso de los símbolos-, o física -en el caso de los indicios y de los síntomas-), se pueden distinguir diferentes tipos de signos o de símbolos. 

 La forma básica de la relación es la siguiente: significante B -------------- o sea, ---- significado A Se explicita así: B remite a un A que es su sentido; B es la expresión, la manifestación de A. Esta relación se establece en el seno de un campo semántico determinado, que puede ser una lengua, una ideología, una visión del mundo, o simbólica, y que se representa por S. 

Es una de las primeras elaborada por la humanidad en su tentativa de dar cuenta de lo real.


El esquema actancial

 (A ρ B) = (B ε S, S Σ a → Σ e → B → S)

 La forma lógica ρ que caracteriza a este esquema se expresa en el conjunto simbólico Σ a → Σ e; el primer término designa un conjunto de actores y el segundo un conjunto de efectos de sus acciones. El fenómeno B que se quiere estudiar es pensado como resultante del comportamiento de los actores implicados.

 Éstos son integrados a un campo o a una situación, en una palabra, a un contexto que se califica a veces como sistema de acción, y que nosotros simbolizamos de nuevo con la letra S. En fin, el efecto masivo resultante (B) ejerce una acción de retorno sobre el sistema considerado.


El esquema dialéctico

 (A ρ B) = ((a & no a) → B) 

Trata de expresar lo esencial de la fórmula a & no a. Desde el punto de vista dialéctico, un fenómeno B es captado como resultante (→) de un sistema contradictorio, es decir, de un sistema definido fundamentalmente por la existencia de dos términos a la vez indisociables y opuestos, que constituyen lo que llamamos una contradicción. 

Este esquema se puede ver fácilmente en oposiciones como la vida y la muerte, el reposo y el movimiento, el orden y el desorden, en las que cada término a la vez está implicado por el otro y en contradicción con él, y designa dos estados sucesivos que puede asumir una realidad cualquiera, necesariamente inserta en un devenir.





Balzer, W. (1997). Teorías empíricas: modelos, estructuras y ejemplos. Los elementos fundamentales de la Teoría Contemporánea de la Ciencia. Madrid: Alianza.