domingo, 26 de noviembre de 2017

HISTORIA DE LAS MENTALIDADES

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HISTORIA DE LAS MENTALIDADES 

Podríamos definir la historia de las mentalidades simplemente como la historia del acto de pensar, siempre que entendamos por pensar la manera que el ego tiene de percibir, crear y reaccionar frente al mundo circundante. No es pues la historia del pensamiento, ni de la cultura, por lo menos como se han entendido hasta hoy. 

Aunque nos disguste pretenderlo las palabras anteriores resultan una definición, como tal —y de común ocurrencia en estos casos— no encierra toda la profundidad ni las dimensiones del objeto definido. Quisiéramos ser más explícitos y más amplios y a ello dedicaremos gran parte de las páginas que siguen.


Las palabras “mente” y “mentalidad” provienen del latín, pero han vivido una larga y apasionante aventura hasta llegar a ser aceptadas, usadas y comprendidas por la generalidad de los parlantes del mundo occidental. Actualmente, en efecto, cualquiera persona la usa en una conversación corriente para referirse a algo parecido a la preocupación de la historia de las mentalidades y más o menos lo mismo que expresa en su definición el Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia, que al respecto dice: “Capacidad, actividad mental. Cultura y modo de pensar que caracteriza a una persona, a un pueblo, a una generación, etc.”.

Le Goff (1974, pp. 79-80) agrega aún, “Pero la historia de las mentalidades no se define solamente por el contacto con las otras ciencias humanas y por la emergencia de un dominio rechazado por la historia tradicional. Ella es también un lugar de encuentro de exigencias opuestas, que la propia dinámica de la investigación histórica actual fuerza a dialogar. Ella se sitúa en el punto de conjunción de lo individual y de lo colectivo, del tiempo largo y del tiempo cotidiano, de lo inconsciente y de lo intencional, de lo estructural y de lo coyuntural, de lo marginal y de lo general”.

Es decir de manera general que sin constituir propiamente una subdisciplina de la historia social, la historia de las mentalidades actúa siempre en campos de interés dominados por la sensibilidad, en oposición a los que son regidos por la conciencia.
Así, lo psicológico prevalece sobre lo intelectual, y lo automático e inconsciente sobre lo que procede de operaciones mentales deliberadas. De ahí que los procesos culturales colectivos e impersonales sean privilegiados por este tipo de historia, y no lo sean aquellos que por su carácter individual y por corresponder a la obra o a la cultura de un autor específico pertenezcan a la historia de las ideas.

Es de sobra conocido que los padres oficiales de la historia de las mentalidades son Henri Febvre y Marc Bloch. En efecto, durante varias décadas esta tendencia se desarrolló sólo en Francia, si bien más adelante ganó adeptos sobre todo en Inglaterra, Italia, Estados Unidos y Alemania, país en donde algunos estudiosos como Ernst Cassirer o Norbert Elias concibieron obras muy afines que giran en torno a las mentalidades, tanto por sus problemáticas como por los enfoques adoptados.
 Curiosamente, ni Febvre ni Bloch recurrieron al término de "mentalidades" en sus obras, consideradas como fundadoras: El Problema de la incredulidad en el siglo XVI. La religión de Rabelais, escrita por el primero y Los reyes taumaturgos, por el segundo.

 El término "mentalidades" no se impuso hasta la década 1960, durante la segunda etapa del desarrollo de la historia de las mentalidades, que corresponde a su difusión, vulgarización e incluso moda. Febvre concebía una historia dominada por la psicología, en sus modalidades colectivas.

Después de la segunda guerra mundial, la historia de las mentalidades siguió desarrollándose en Francia, aunque discretamente, al quedar ocupado el proscenio por una historia económica a la que el contexto político internacional confería entonces un dinamismo no exento de una fuerte dosis de imperialismo dictatorial. Los años sesenta, con su estela de esperanzas y desengaños, sus sueños y sus nostalgias, vio la explosión de las mentalidades, como verdaderos fuegos
artificiales que no tardaron en alcanzar otros países y otros territorios históricos.

La historia de las mentalidades muestra que en lugar de un monopolio del significado otorgado por principio a los factores considerados como únicos portadores de sentido —los económicos en primer lugar y eventualmente los "sociales" en general y los "políticos"—, éste puede en ciertos casos deberse a factores considerados como "secundarios", cuando el movimiento del caleidoscopio histórico llega a colocarlos en una situación en la que su peso arrastra a todos los demás objetos en un trastorno general. Esta nueva redistribución del significado, más igualitaria y real que las dictadas por las ortodoxias y los "marcos teóricos" i hace énfasis en las "relaciones" que se establecen de manera dinámica entre los diversos objetos. 

Así, los principales logros de la historia de las mentalidades consisten en haber logrado, a través de una redistribución de los campos y objetos históricos, de una repartición más igualitaria de las funciones explicativas y de la invitación a realizar investigaciones que pierden a veces en extensión lo que ganan en profundidad, modificar lo que se entendió por mucho tiempo como historia. 



Referencias: Androu, Robert. 1968. “La historia de las mentalidades”., Encyclopaedia universalis. Vol. VIII, París.

GONZALBO, Pilar (coord.) 1991."Familias novohispanas". Siglos xvi al xix. México: El Colegio de Mexico.


Ríos Saloma, M. (2009). DE LA HISTORIA DE LAS MENTALIDADES A LA HISTORIA CULTURAL. NOTAS SOBRE EL DESARROLLO DE LA HISTORIOGRAFÍA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX. Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, (37), 97-137. 

PSICOHISTORIA



PSICOHISTORIA 

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En las dos últimas décadas ha tomado fuerza una nueva disciplina, cuyas raíces se encuentran en 1910: la psicohistoria. Definida como el uso de la psicología en la interpretación histórica.

Hoy en nuestros días, quien desee profundizar dentro de una nueva visión de lo que es
historia, tiene que comprender la historia de nuestro entorno en su perspectiva geológica,
ecológica, biológica y psicológica; es mediante la integración de todos esos aspectos que la
historia se hace sustancial, fundamental y consecuente. Pero, sobre todo, quizá nos lleve a
la historia que exige nuestro momento actual: a una historia total del hombre y de sus
productos culturales.

Esto posibilitó que a partir de los años 60 del siglo XX, surgiera una herramienta dentro de
la historiografía; para comprender el valor del contexto histórico en su influencia en el
comportamiento, se estructuró la Psicohistoria como una orientación teórica que se centra
en el análisis psicológico de hechos históricos de personas, colectivos o fenómenos sociales.

La psicohistoria es una herramienta que ha surgido de la necesidad de combinar el trabajo
de dos teorías; la historia y el psicoanálisis, en la tarea del conocimiento de leyes que rigen
el universo y más particularmente de aquellos que rigen el comportamiento; la idea es
comprender el pasado a través de la determinación psíquica inconsciente de todas las
acciones y de todas las inacciones humanas que constituyen la historia.

Mientras que Torres Salazar,(2014) menciona a acerca de la Psicohistoria lo siguiente:
La historia iluminada por la tradición freudiana en el psicoanálisis, aspira a esclarecer las
motivaciones humanas inconscientes tras las acciones históricas conscientes, impactadas
por los conflictos internos que afectan a la psique individual.

Con la Psicohistoria se plantea la posibilidad de establecer relaciones entre los fenómenos
históricos y psicológicos; lo cual posibilita no sólo hacer comparaciones históricas y sociales
sino también el análisis de sistemas o variables psicológicas; la idea es formular hipótesis
entre las posibles interacciones entre estructura social y mecanismos psicológicos.

Por su énfasis en plantear explicaciones psicológicas en la historia de la persona, es más
recurrente la escritura de psicobiografías.,

La estrategia de hacer historia con explicaciones psicológicas fue ensayada desde
Michelet con su monumental Historia de Francia y particularmente con El Pueblo ,
La Mujer y la heroína gala, Juana de Arco; hasta llegar a su cristalización con la obra de
Luci en Febvre.

Estos autores se orientaron a reconstruir, a partir de determinadas situaciones históricas,los
modos psicológicos como los individuos y los grupos pudieron haber vivido dichas situaciones,
a la par que a intentar explicar la incidencia que dichas percepciones psicológicas pudieran
a su vez haber tenido en la configuración o transformación del de curso histórico.

Esto es que la psicohistoria surge como una vertiente dentro de la historiografía, acuñada alrededor delos años 60 en Estados Unidos e intenta analizar las motivaciones inconscientes que subyacen en las acciones tanto de los líderes como de las masas humanas; de ahí que el psicohistoriador traslada los qué y por qué de la historia a los porqué inconscientes. Estas relaciones llevarían a los historiadores a utilizar estrategias históricas orientadas a ensayar un doble circuito conjugado entre las configuraciones histórico-culturales-objetivas y la participación de los sujetos-individuales en semejantes configuraciones; sería ahí, donde su psiquismo cobra fundamentalmente su figura; en lo colectivo, en lo social. (Ardilla R., 1992)

Esto no debe llevarnos a un simple reduccionismo de considerar las configuraciones históricas, o el histórico objetivo a una mera reducción del psiquismo de los individuos, sino a ver la incidencia o influencia que dicho psiquismo, modelado históricamente, pudiera tener a su vez en las transformaciones de las configuraciones históricas.  

De ahí que el método de la psicohistoria permite desentrañar el fondo humano del problema, haciendo entrar en la historia algunos aspectos oscuros, no racionales, instintivos y emocionales de sus protagonistas, que normalmente escapan al discurso racional de la historia. Así lo pone de manifiesto Francisco Alonso-Fernández en su obra Historia personal de los Austrias españoles (México: FCE,  2000).







Referencias:Torres Salazar, H. (2014). La Psicohistoria: método de enseñanza, método de investigación. Revista de Investigación en Psicología, 9(2), 133-140. 

Ardila, R. (1992). Psicohistoria: La perspectiva psicológica. Revista Latinoamericana de Psicología, 24 (3), 331-324.
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MULTICULTURALISMO

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MULTICULTURALISMO O MULTICULTURALIDAD es la existencia de varias culturas conviviendo en un mismo espacio físico, geográfico o social.
Abarca todas las diferencias que se enmarcan dentro de la cultura, ya sea, religiosa, lingüística, racial, étnica o  de género.

Como lo menciona GRUESO,(2003) reconoce la diversidad cultural que existe en todos los ámbitos y promueve el derecho a esta diversidad.

Es decir, la constatación de que coexisten varias culturas en un mismo espacio geográfico o social pero no existe una influencia o intercambio importante entre ellas. 

Mientras que  Maldonado Ledezma, I., (2010)  menciona que es por ello que la multiculturalidad puede crear comunidades aisladas como, por ejemplo, los barrios italianos, chinos, palestinos, etc. que existen en algunas grandes ciudades sin o con muy poco contacto con la comunidad local.
Cuando las comunidades logran mantener un intercambio en respeto y tolerancia los expertos lo llaman de multiculturalismo.

Las palabras “multiculturalidad” y “multiculturalismo” han saltado al primer plano del debate público en la década de los noventa del siglo XX. 
Desde entonces estas palabras aparecen cada vez más reiteradamente en los medios de comunicación relacionadas con el debate sobre la emigración y sobre las políticas públicas que los gobiernos han adoptado o se proponen adoptar al respecto. 

Características del multiculturalismo 

Se caracteriza por:
  • Promover el respeto y la tolerancia por las diferencias.
  • Desterra prejuicios y estereotipos asociados.
  • Generar una convivencia armoniosa.
  • Crear intercambios entre los diferentes grupos.


Referencias: GRUESO, D. (2003). ¿Qué es el multiculturalismo?. El Hombre y la Máquina, (20-21), 16-23. 

Cruz Rodríguez, E. (2013). Multiculturalismo e interculturalismo: una lectura comparada. Cuadernos Interculturales, 11 (20), 45-76. 

Maldonado Ledezma, I. (2010). De la multiculturalidad y la interculturalidad: La Reforma del Estado y los pueblos indígenas en México. Andamios. Revista de Investigación Social, (14), 287-319.