domingo, 26 de noviembre de 2017

HISTORIA DE LAS MENTALIDADES

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HISTORIA DE LAS MENTALIDADES 

Podríamos definir la historia de las mentalidades simplemente como la historia del acto de pensar, siempre que entendamos por pensar la manera que el ego tiene de percibir, crear y reaccionar frente al mundo circundante. No es pues la historia del pensamiento, ni de la cultura, por lo menos como se han entendido hasta hoy. 

Aunque nos disguste pretenderlo las palabras anteriores resultan una definición, como tal —y de común ocurrencia en estos casos— no encierra toda la profundidad ni las dimensiones del objeto definido. Quisiéramos ser más explícitos y más amplios y a ello dedicaremos gran parte de las páginas que siguen.


Las palabras “mente” y “mentalidad” provienen del latín, pero han vivido una larga y apasionante aventura hasta llegar a ser aceptadas, usadas y comprendidas por la generalidad de los parlantes del mundo occidental. Actualmente, en efecto, cualquiera persona la usa en una conversación corriente para referirse a algo parecido a la preocupación de la historia de las mentalidades y más o menos lo mismo que expresa en su definición el Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia, que al respecto dice: “Capacidad, actividad mental. Cultura y modo de pensar que caracteriza a una persona, a un pueblo, a una generación, etc.”.

Le Goff (1974, pp. 79-80) agrega aún, “Pero la historia de las mentalidades no se define solamente por el contacto con las otras ciencias humanas y por la emergencia de un dominio rechazado por la historia tradicional. Ella es también un lugar de encuentro de exigencias opuestas, que la propia dinámica de la investigación histórica actual fuerza a dialogar. Ella se sitúa en el punto de conjunción de lo individual y de lo colectivo, del tiempo largo y del tiempo cotidiano, de lo inconsciente y de lo intencional, de lo estructural y de lo coyuntural, de lo marginal y de lo general”.

Es decir de manera general que sin constituir propiamente una subdisciplina de la historia social, la historia de las mentalidades actúa siempre en campos de interés dominados por la sensibilidad, en oposición a los que son regidos por la conciencia.
Así, lo psicológico prevalece sobre lo intelectual, y lo automático e inconsciente sobre lo que procede de operaciones mentales deliberadas. De ahí que los procesos culturales colectivos e impersonales sean privilegiados por este tipo de historia, y no lo sean aquellos que por su carácter individual y por corresponder a la obra o a la cultura de un autor específico pertenezcan a la historia de las ideas.

Es de sobra conocido que los padres oficiales de la historia de las mentalidades son Henri Febvre y Marc Bloch. En efecto, durante varias décadas esta tendencia se desarrolló sólo en Francia, si bien más adelante ganó adeptos sobre todo en Inglaterra, Italia, Estados Unidos y Alemania, país en donde algunos estudiosos como Ernst Cassirer o Norbert Elias concibieron obras muy afines que giran en torno a las mentalidades, tanto por sus problemáticas como por los enfoques adoptados.
 Curiosamente, ni Febvre ni Bloch recurrieron al término de "mentalidades" en sus obras, consideradas como fundadoras: El Problema de la incredulidad en el siglo XVI. La religión de Rabelais, escrita por el primero y Los reyes taumaturgos, por el segundo.

 El término "mentalidades" no se impuso hasta la década 1960, durante la segunda etapa del desarrollo de la historia de las mentalidades, que corresponde a su difusión, vulgarización e incluso moda. Febvre concebía una historia dominada por la psicología, en sus modalidades colectivas.

Después de la segunda guerra mundial, la historia de las mentalidades siguió desarrollándose en Francia, aunque discretamente, al quedar ocupado el proscenio por una historia económica a la que el contexto político internacional confería entonces un dinamismo no exento de una fuerte dosis de imperialismo dictatorial. Los años sesenta, con su estela de esperanzas y desengaños, sus sueños y sus nostalgias, vio la explosión de las mentalidades, como verdaderos fuegos
artificiales que no tardaron en alcanzar otros países y otros territorios históricos.

La historia de las mentalidades muestra que en lugar de un monopolio del significado otorgado por principio a los factores considerados como únicos portadores de sentido —los económicos en primer lugar y eventualmente los "sociales" en general y los "políticos"—, éste puede en ciertos casos deberse a factores considerados como "secundarios", cuando el movimiento del caleidoscopio histórico llega a colocarlos en una situación en la que su peso arrastra a todos los demás objetos en un trastorno general. Esta nueva redistribución del significado, más igualitaria y real que las dictadas por las ortodoxias y los "marcos teóricos" i hace énfasis en las "relaciones" que se establecen de manera dinámica entre los diversos objetos. 

Así, los principales logros de la historia de las mentalidades consisten en haber logrado, a través de una redistribución de los campos y objetos históricos, de una repartición más igualitaria de las funciones explicativas y de la invitación a realizar investigaciones que pierden a veces en extensión lo que ganan en profundidad, modificar lo que se entendió por mucho tiempo como historia. 



Referencias: Androu, Robert. 1968. “La historia de las mentalidades”., Encyclopaedia universalis. Vol. VIII, París.

GONZALBO, Pilar (coord.) 1991."Familias novohispanas". Siglos xvi al xix. México: El Colegio de Mexico.


Ríos Saloma, M. (2009). DE LA HISTORIA DE LAS MENTALIDADES A LA HISTORIA CULTURAL. NOTAS SOBRE EL DESARROLLO DE LA HISTORIOGRAFÍA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX. Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, (37), 97-137. 

PSICOHISTORIA



PSICOHISTORIA 

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En las dos últimas décadas ha tomado fuerza una nueva disciplina, cuyas raíces se encuentran en 1910: la psicohistoria. Definida como el uso de la psicología en la interpretación histórica.

Hoy en nuestros días, quien desee profundizar dentro de una nueva visión de lo que es
historia, tiene que comprender la historia de nuestro entorno en su perspectiva geológica,
ecológica, biológica y psicológica; es mediante la integración de todos esos aspectos que la
historia se hace sustancial, fundamental y consecuente. Pero, sobre todo, quizá nos lleve a
la historia que exige nuestro momento actual: a una historia total del hombre y de sus
productos culturales.

Esto posibilitó que a partir de los años 60 del siglo XX, surgiera una herramienta dentro de
la historiografía; para comprender el valor del contexto histórico en su influencia en el
comportamiento, se estructuró la Psicohistoria como una orientación teórica que se centra
en el análisis psicológico de hechos históricos de personas, colectivos o fenómenos sociales.

La psicohistoria es una herramienta que ha surgido de la necesidad de combinar el trabajo
de dos teorías; la historia y el psicoanálisis, en la tarea del conocimiento de leyes que rigen
el universo y más particularmente de aquellos que rigen el comportamiento; la idea es
comprender el pasado a través de la determinación psíquica inconsciente de todas las
acciones y de todas las inacciones humanas que constituyen la historia.

Mientras que Torres Salazar,(2014) menciona a acerca de la Psicohistoria lo siguiente:
La historia iluminada por la tradición freudiana en el psicoanálisis, aspira a esclarecer las
motivaciones humanas inconscientes tras las acciones históricas conscientes, impactadas
por los conflictos internos que afectan a la psique individual.

Con la Psicohistoria se plantea la posibilidad de establecer relaciones entre los fenómenos
históricos y psicológicos; lo cual posibilita no sólo hacer comparaciones históricas y sociales
sino también el análisis de sistemas o variables psicológicas; la idea es formular hipótesis
entre las posibles interacciones entre estructura social y mecanismos psicológicos.

Por su énfasis en plantear explicaciones psicológicas en la historia de la persona, es más
recurrente la escritura de psicobiografías.,

La estrategia de hacer historia con explicaciones psicológicas fue ensayada desde
Michelet con su monumental Historia de Francia y particularmente con El Pueblo ,
La Mujer y la heroína gala, Juana de Arco; hasta llegar a su cristalización con la obra de
Luci en Febvre.

Estos autores se orientaron a reconstruir, a partir de determinadas situaciones históricas,los
modos psicológicos como los individuos y los grupos pudieron haber vivido dichas situaciones,
a la par que a intentar explicar la incidencia que dichas percepciones psicológicas pudieran
a su vez haber tenido en la configuración o transformación del de curso histórico.

Esto es que la psicohistoria surge como una vertiente dentro de la historiografía, acuñada alrededor delos años 60 en Estados Unidos e intenta analizar las motivaciones inconscientes que subyacen en las acciones tanto de los líderes como de las masas humanas; de ahí que el psicohistoriador traslada los qué y por qué de la historia a los porqué inconscientes. Estas relaciones llevarían a los historiadores a utilizar estrategias históricas orientadas a ensayar un doble circuito conjugado entre las configuraciones histórico-culturales-objetivas y la participación de los sujetos-individuales en semejantes configuraciones; sería ahí, donde su psiquismo cobra fundamentalmente su figura; en lo colectivo, en lo social. (Ardilla R., 1992)

Esto no debe llevarnos a un simple reduccionismo de considerar las configuraciones históricas, o el histórico objetivo a una mera reducción del psiquismo de los individuos, sino a ver la incidencia o influencia que dicho psiquismo, modelado históricamente, pudiera tener a su vez en las transformaciones de las configuraciones históricas.  

De ahí que el método de la psicohistoria permite desentrañar el fondo humano del problema, haciendo entrar en la historia algunos aspectos oscuros, no racionales, instintivos y emocionales de sus protagonistas, que normalmente escapan al discurso racional de la historia. Así lo pone de manifiesto Francisco Alonso-Fernández en su obra Historia personal de los Austrias españoles (México: FCE,  2000).







Referencias:Torres Salazar, H. (2014). La Psicohistoria: método de enseñanza, método de investigación. Revista de Investigación en Psicología, 9(2), 133-140. 

Ardila, R. (1992). Psicohistoria: La perspectiva psicológica. Revista Latinoamericana de Psicología, 24 (3), 331-324.
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MULTICULTURALISMO

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MULTICULTURALISMO O MULTICULTURALIDAD es la existencia de varias culturas conviviendo en un mismo espacio físico, geográfico o social.
Abarca todas las diferencias que se enmarcan dentro de la cultura, ya sea, religiosa, lingüística, racial, étnica o  de género.

Como lo menciona GRUESO,(2003) reconoce la diversidad cultural que existe en todos los ámbitos y promueve el derecho a esta diversidad.

Es decir, la constatación de que coexisten varias culturas en un mismo espacio geográfico o social pero no existe una influencia o intercambio importante entre ellas. 

Mientras que  Maldonado Ledezma, I., (2010)  menciona que es por ello que la multiculturalidad puede crear comunidades aisladas como, por ejemplo, los barrios italianos, chinos, palestinos, etc. que existen en algunas grandes ciudades sin o con muy poco contacto con la comunidad local.
Cuando las comunidades logran mantener un intercambio en respeto y tolerancia los expertos lo llaman de multiculturalismo.

Las palabras “multiculturalidad” y “multiculturalismo” han saltado al primer plano del debate público en la década de los noventa del siglo XX. 
Desde entonces estas palabras aparecen cada vez más reiteradamente en los medios de comunicación relacionadas con el debate sobre la emigración y sobre las políticas públicas que los gobiernos han adoptado o se proponen adoptar al respecto. 

Características del multiculturalismo 

Se caracteriza por:
  • Promover el respeto y la tolerancia por las diferencias.
  • Desterra prejuicios y estereotipos asociados.
  • Generar una convivencia armoniosa.
  • Crear intercambios entre los diferentes grupos.


Referencias: GRUESO, D. (2003). ¿Qué es el multiculturalismo?. El Hombre y la Máquina, (20-21), 16-23. 

Cruz Rodríguez, E. (2013). Multiculturalismo e interculturalismo: una lectura comparada. Cuadernos Interculturales, 11 (20), 45-76. 

Maldonado Ledezma, I. (2010). De la multiculturalidad y la interculturalidad: La Reforma del Estado y los pueblos indígenas en México. Andamios. Revista de Investigación Social, (14), 287-319. 

lunes, 23 de octubre de 2017


IMAGINARIO SOCIAL

El concepto de “imaginario" constituye una categoría en la interpretación de la comunicación en la sociedad moderna como producción de creencias e imágenes colectivas.

Lo deseable, lo imaginable y lo pensable de la sociedad actual encuentra definición en la comunicación pública. Por lo cual, ésta se convierte en el espacio de construcción de identidades colectivas a la manera de “verse, imaginarse y pensarse como”.
Esta perspectiva permite entender las cuestiones de cultura como desde la reflexión de la identidad a la reflexión sobre la diversidad.

Tenemos que considerar al imaginario social como una construcción colectiva, más o menos arraigada en vastos sectores sociales pero no en todos, y dentro del cual tienen un lugar preponderante los prejuicios… Aunque la estructura del imaginario social es siempre la misma, la forma que éste adquiere en relación con las distintas temáticas estará determinada por los elementos subjetivos que se ponen en juego frente a estas últimas".
 
El imaginario social es un “magma de significaciones imaginarias sociales”
encarnadas en instituciones. Como tal, regula el decir y orienta la acción de los miembros de esa sociedad, en la que determina tanto las maneras de sentir y desear como las maneras de pensar.
 
Pensar desde “lo imaginario” permite entender la institución sin reducirla ni a su
significación funcional ni a lo simbólico. Porque “más allá de la actividad
consciente de institucionalización, las instituciones encontraron su fuente en lo imaginario social".

Desde “lo imaginario” se entreteje una “realidad institucional” con lo simbólico y con lo económico/funcional. Es así como las instituciones forman una red simbólica.

Digamos que la imaginación es una “función” de esta alma (e incluso del “cerebro”,).

“¿En qué consiste esa “función”? Entre otras cosas, como hemos visto, en
transformar las “masas y energías” en cualidades (de manera más general en hacer surgir un flujo de representaciones, y -en el seno de éste- ligar rupturas, discontinuidades).

Castoriadis expresa que:

Las significaciones imaginarias sociales crean un mundo propio para la
sociedad considerada, son en realidad ese mundo: conforman la psique de los
individuos. Crean así una “representación” del mundo, incluida la sociedad
misma y su lugar en ese mundo: pero esto no es un constructual intelectual; va
parejo con la creación del impulso de la sociedad considerada (una intención
global, por así decir) y un humor o Stimmung específico –un afecto o una
nebulosa de afectos que embeben la totalidad de la vida social. (Castoriadis, 1975)


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 Referencia:
Castoriadis, Cornelius (1975) La institución imaginaria de la Sociedad, Tusquets
Editores, Buenos Aires, 2 Vol.,1993.

lunes, 2 de octubre de 2017

ESQUEMAS DE INTELIGIBILIDAD 




El esquema causal 

(A ρ B) = (B = f (A)) 

La función matemática (f) significa que B depende de A según una relación tal que no puede darse B sin A (si se trata de una causa única), y a toda variación de A corresponde una variación de B (implicación recíproca). A y B son distintos, ya sea realmente (objetos o realidades diferentes), ya sea analíticamente (niveles diferentes de una realidad global), el elemento A se concibe como necesariamente anterior cronológica o lógicamente respecto del elemento B. Esta fórmula se manifiesta en las ciencias sociales en programas con ramificaciones metodológicas variadas. Por ejemplo el programa nomotético del Suicidio de Durkheim, sería su espécimen por referencia.

 La característica fundamental del programa nomotético es reducir el fenómeno estudiado a un modelo de relaciones matemáticas.

 El programa de la causalidad estructural constituye una especie de sub-esquema por el cual se considera que un sistema B está bajo la dependencia de un sistema A que le es anterior y frecuentemente más fundamental: (S1 → S2) = (S2 = f (S1)). 

La relación entre infraestructura y superestructura de la teoría marxista es un buen ejemplo. En este caso, el objeto ya no se determina como una variable, sino como un sistema. La correspondencia estructural entre sistemas será la prueba de una relación de determinación, que la anterioridad lógica del uno sobre el otro permitirá definir como causal. 

El esquema funcional

 (A ρ B) = (B ε S, S → B → S)

 La forma lógica simbolizada por la relación circular (S → B → S) es la de la acción recíproca; en la medida en que esta se aplica a una relación entre un sistema S y un elemento de este sistema, B designa una determinación funcional: las exigencias de funcionamiento de S necesitan que B desempeñe una función útil a S. 

La pertinencia de este esquema para el análisis de una realidad determinada radica en la posibilidad de mostrar que B engendra efectos tales que, si éstos cesan, se perturbaría el funcionamiento de S. En un motor a gasolina y en un organismo, la bomba de gasolina y el corazón respectivamente tienen por tarea alimentar con energía el sistema. Si el efecto cesa, el sistema se detiene. 


El esquema estructural

(A ρ B) = (B ε S a V no a )

 La forma lógica ρ es una estructura formal de tipo a o no a. Las características peculiares del elemento A importan muy poco, lo mismo que las del elemento B que se le asocia. Lo esencial es que ambos se encuentren insertos en un sistema de oposiciones cuya forma elemental va a ser: a & no b V no a & b. Tal estructura puede asociar como ítem realidades muy diferentes: objetos, propiedades, relaciones. 

Éstas se convierten entonces en signos, en elementos de un sistema que funciona como un código. Así el afecto, la ternura, la reserva, el respeto y la frialdad son actitudes que el sistema de parentesco ha seleccionado (entre otras posibles) para significar sus relaciones constitutivas mediante el juego de su asociación y de su oposición

El esquema hermenéutico

 (A ρ B) = (B ε S (𝑨/𝑩))

 La forma lógica B/A es la misma que encontramos en lingüística y que ha sido formalizada por primera vez por Saussure.

 Una realidad cualquiera tiene un sentido, es decir que exhibe una estructura dual y asocia un significante (o expresión física de la significación) a un significado (o contenido de la significación). Según la relación existente entre el significado y el significante (arbitraria -en el caso de los términos de la lengua-, analógica -en el caso de los símbolos-, o física -en el caso de los indicios y de los síntomas-), se pueden distinguir diferentes tipos de signos o de símbolos. 

 La forma básica de la relación es la siguiente: significante B -------------- o sea, ---- significado A Se explicita así: B remite a un A que es su sentido; B es la expresión, la manifestación de A. Esta relación se establece en el seno de un campo semántico determinado, que puede ser una lengua, una ideología, una visión del mundo, o simbólica, y que se representa por S. 

Es una de las primeras elaborada por la humanidad en su tentativa de dar cuenta de lo real.


El esquema actancial

 (A ρ B) = (B ε S, S Σ a → Σ e → B → S)

 La forma lógica ρ que caracteriza a este esquema se expresa en el conjunto simbólico Σ a → Σ e; el primer término designa un conjunto de actores y el segundo un conjunto de efectos de sus acciones. El fenómeno B que se quiere estudiar es pensado como resultante del comportamiento de los actores implicados.

 Éstos son integrados a un campo o a una situación, en una palabra, a un contexto que se califica a veces como sistema de acción, y que nosotros simbolizamos de nuevo con la letra S. En fin, el efecto masivo resultante (B) ejerce una acción de retorno sobre el sistema considerado.


El esquema dialéctico

 (A ρ B) = ((a & no a) → B) 

Trata de expresar lo esencial de la fórmula a & no a. Desde el punto de vista dialéctico, un fenómeno B es captado como resultante (→) de un sistema contradictorio, es decir, de un sistema definido fundamentalmente por la existencia de dos términos a la vez indisociables y opuestos, que constituyen lo que llamamos una contradicción. 

Este esquema se puede ver fácilmente en oposiciones como la vida y la muerte, el reposo y el movimiento, el orden y el desorden, en las que cada término a la vez está implicado por el otro y en contradicción con él, y designa dos estados sucesivos que puede asumir una realidad cualquiera, necesariamente inserta en un devenir.





Balzer, W. (1997). Teorías empíricas: modelos, estructuras y ejemplos. Los elementos fundamentales de la Teoría Contemporánea de la Ciencia. Madrid: Alianza. 

lunes, 21 de agosto de 2017

BORROSIDAD 

Al estudiar un evento o fenómeno, desde cualquier disciplina, ha traído consigo la necesidad de circunscribir un determinado objeto, es decir, fijar sus límites y establecer sus relaciones con otros elementos. 
Este proceso en esencia, puede remitirnos a esas primeras lecciones de matemática en las que, dada una colección de cosas, se nos enseñaba a diferenciar los elementos que pertenecían y no pertenecían a un determinado grupo; de igual forma, se aprendían las nítidas uniones o intersecciones entre conjuntos. 

Sin embargo, toda la nitidez a este respecto ha ido cediendo paso (en algunas disciplinas con más resistencia que en otras), a un nuevo modo de entender la realidad, ya no en términos de absolutos sino de gradaciones.

 Así, se ha pasado a hablar de la verdad, a considerar una(s) verdad(es), las cuales se tornan más difusas —que no confusas—, cuanto más cerca estamos de los fenómenos bajo estudio.

En psicología y psicología social, la idea de lo vago o borroso ha servido para explicar diversas instancias del comportamiento humano, se tomara como referencia una aplicación de la Teoría de los conjuntos borrosos (de ahora en adelante, TCB) propuesta por Lofti A. Zadeh, o bien usando la idea de lo difuso sin una mención explícita a los trabajos de este autor o sus seguidores (lo que no deja de ser un elemento de interés). 

 La TCB, si bien se propone en un artículo publicado por Lofti A. Zadeh en 1965, es referida por planteamientos matemáticos e inclusive filosóficos que datan desde la antigüedad en relación con la teoría de conjuntos, si bien desde la Grecia clásica se otorgaba mayor importancia a la bivalencia que no a la multivalencia y lo paradójico (de donde se nutre la idea de lo vago o lo borroso). 

El tránsito de la teoría clásica de conjuntos a la borrosidad descrito por Riera y Sales (1983) de la manera que sigue:
  •  En la teoría clásica de conjuntos existen dos elementos básicos que deben estar claramente definidos, a saber, un universo de discurso y una propiedad que se aplique a los elementos de dicho universo, a partir de los cuales se establecen todas las relaciones posibles de dichos objetos entre sí y con los de otros conjuntos o sub conjuntos. 

De las reglas de esta teoría pueden destacarse dos principios: el de no contradicción y el del tercero excluído; de acuerdo al principio de no contradicción, un elemento no puede pertenecer al mismo tiempo a un conjunto y a su complementario, y si esto es así no cabe una tercera opción (principio del tercero excluído), ya que un objeto o está en un conjunto o en el otro. Esto hace que las opciones aceptables sean verdadero o falso. 

 A partir de esta bivalencia de lo verdadero-falso, en 1920 el lógico polaco Jan Lukasiewicz propuso un tercer valor, el indeterminado, que no era ni cierto ni falso, y que tenía que ver con las estimaciones de fenómenos futuros. 

Esta trivalencia (verdaderoindeterminado-falso) vino a ser corroborada con el principio de Werner Heisenberg en 1927, según el cual no era posible saber al mismo tiempo la posición y el impulso de una partícula.

Otros trabajos de interés para entender el surgimiento de la TCB son los planteamientos de Max Black y Bertrand Russell, quienes habían propuesto, respectivamente, la existencia de conjuntos vagos y la presencia de lo paradójico en la matemática moderna (Kosko, 1993). Esto fue configurando la aparición del trabajo de Zadeh, y con él, la posibilidad de entender realidades distintas a las de la matemática o la ingeniería desde esta teoría.  

Por lo tanto, como conjunto borroso se podria definir de la siguiente manera: 

"Como una clase en la cual puede haber un continuo de grados de membrecía, como, por decir, en la clase de objetos largos. Dichos conjuntos constituyen la base de mucha de nuestra habilidad para resumir, comunicar y tomar decisiones bajo la incertidumbre o la información parcial. De hecho, los conjuntos borrosos parecen jugar un rol esencial en la cognición humana, especialmente en relación con la formación de conceptos, clasificación de patrones y razonamiento lógico” 

La idea de lo vago y lo difuso no ha escapado a la mirada de psicólogos y psicólogos sociales. Estudiando los ámbitos personal e interpersonal, se encuentran evidencias de que la borrosidad ha resultado útil para explicar ciertos procesos y comportamientos; sin embargo, no en todos los casos existe referencia directa a la obra de Zadeh, lo que, en cierta medida, sugiere que se ha trabajado con la borrosidad desde la psicología (social) misma, lo que enriquece el análisis de este fenómeno. 

Por otra parte se a intentado discriminar la presencia de la lógica borrosa a distintas edades y su modificación con los años; es decir, en todos los casos se asume lo vago como un elemento del pensamiento humano, encontrándose diferencias en los momentos de su aparición y en las características de su funcionamiento a lo largo del tiempo.

Así, Alexander y Enns (1988), examinaron la formación de categorías en personas expuestas a una serie de ejemplares nuevos en determinada agrupación, con el acento colocado más en los límites de los nuevos conceptos antes que en los prototipos de las categorías. 
Los resultados derivados de esta experiencia llevaron a la conclusión de que, con la edad, la exclusión de elementos disímiles y la consideración de elementos contextuales fue mayor, lo que permitió establecer que a mayor edad, menor borrosidad. 

Este hallazgo se hace contradictorio al ser contrastado con la experiencia de Carabine (1991), quien demostró que los adultos, a diferencia de los niños, utilizan un mayor número y variedad de referentes para describir objetos, lo que hace que se incremente la borrosidad de los límites en la atribución de significados a las palabras .

 ¿QUE ES EL PENSAMIENTO COMPLEJO?

Principalmente lo que se entiende por “Complejo” es aquello que se observa desde un nuevo ángulo para designar al ser humano, a la naturaleza, y a nuestras relaciones con ella. 
Los autores contemporáneos indican  que se puede hablar hoy en tres sentidos sobre ello: con el avance del conocimiento científico, se busca una mejor comprensión del mundo, al observársele como un sistema entrelazado. 
Con la ayuda de dispositivos comunicacionales se han creado modelos para explicar los comportamientos de los sistemas en el tiempo, y  comprenderlos mejor.
El Pensamiento Complejo, surge de las ciencias y su conjugación con el pensamiento humanista, político social y filosófico, que ha clasificado a esta postura para diferenciarla de aquella más amplia y humanista que sostiene que es necesario  buscar soluciones a las crisis de la humanidad contemporánea, a través del estudio de lo que define como un método de pensamiento para comprender la naturaleza, la sociedad y reorganizar la vida humana.
El desafío de la complejidad consiste precisamente, en el reconocimiento de las tramas o redes de relaciones, y la imposibilidad humana de agotarlas en el conocimiento. Esta relación de antagonismo y complementariedad debe considerarse también con respecto a las clasificaciones de lo complejo, y los intentos de “medir” o cuantificar la complejidad.

El conocimiento de lo complejo ha impactado en áreas científicas que estudian la naturaleza y la sociedad. Según el Pensamiento Complejo, el estudio de un fenómeno se puede hacer desde la dependencia de dos perspectivas: holística y reduccionista. La primera, se refiere a un estudio desde el todo o todo múltiple; y la segunda, a un estudio desde las partes.
La evolución de las ideas complejas en el siglo XX puede caracterizarse en tres grandes momentos. El primero, en los sesenta, donde se trabaja en varios campos científicos sin que trasciendan los nuevos desarrollos conceptuales más a allá de áreas muy específicas. Entre los setentas y ochentas, se produce una mayor socialización de las ideas complejas entre diversos campos disciplinarios. Finalmente en los noventas, se produce un boom mediático que colocó la complejidad y lo complejo en documentales científicos, revistas de divulgación y la prensa.
El estudio de lo complejo ha impactado también en el ámbito más directo de las interacciones de los seres humanos:
  • La educación 
  • La interpretación de la sociedad
  • La política 

El problema de la complejidad ha pasado a ser el problema de la vida y el vivir, el problema de la construcción del futuro y la búsqueda de soluciones a los problemas contemporáneos.
 En palabras de Edgar Morin, cuando se habla de complejidad lo define de la siguiente manera:
«… Se trata de enfrentar la dificultad de pensar y de vivir».
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fuentes: 

www.multiversidadreal.edu.mx/que-es-el-pensamiento-complejo
www.fundacionunam.org.mx/arte-y-cultura/que-es-el-pensamiento-complejo/